ARTE MUDEJAR
Mudéjar es el
término que designa en territorio conquistado por los cristianos,
durante el proceso de avance de los reinos cristianos hacia el sur
denominado reconquista durante la tapa final de la Edad Media.
A estos musulmanes
se les permitió seguir practicando el islam, utilizar su lengua y
mantener sus costumbres. Se solían organizar en comunidades
denominadas aljamas o morerías, con distintos grados de
autogobierno, según las condiciones de rendición o de
subordinación. Con el transcurso del tiempo las condiciones de
convivencia y tolerancia hacia los musulmanes en las zonas cristianas
se hicieron más duras, restringiéndose los contactos sociales y
económicos entre comunidades.
En el caso de
Andalucía, los musulmanes que permanecieran tras la conquista fueron
una cantidad reducida, aunque una parte significativa se dedicaba a
labores relacionadas con la construcción, donde se da un nuevo tipo
de material, el ladrillo, y una nueva decoración superpuesta a
elementos cristianos y musulmanes.
Las estructuras
arquitectónicas y los materiales son modestos pero se logra un gran
realce mediante el trabajo ornamental del ladrillo, el yeso y la
madera: ajedrezados, arcos ciegos, rombos, cruces cristianas, etc. El
mudéjar supera una reacción nacional contra los estilos europeos
que se estaban introduciendo. En el siglo XIII, los reyes cristianos
van a comenzar a conocer la cultura islámica, y se va produciendo un
alejamiento a los influjos europeos y un acercamiento a la vida
musulmana.
La conquista de
Andalucía dará un mudéjar más joven y con influencias directas de
la arquitectura tradicional. Una figura de importancia en el mudéjar
es el albañil (alarife), que utiliza el ladrillo, el yeso, la
escayola, el mampuesto. Su situación de vencido lo transforma en
mano de obra barata y en condiciones de construir lo que ordenen sus
clientes, que serán iglesias, sinagogas, fortalezas, palacios, etc.
Posteriormente, los cristianos irán aprendiendo esta tradición.
Los principales
ejemplos son los Reales Alcázares de Sevilla y las iglesias
parroquiales de la zona de Córdoba y Sevilla, que combinan elementos
de raíz andalusí con otros propios de la arquitectura románica y
gótica. Más tarde, la catedral de Sevilla, el templo gótico más
grande del mundo, marcó la pauta para otros edificios, como la
iglesia de Santa María y la de las Covachas de San Lucas de
Barrameda. En Granada son fundamentales la Capilla Real y la
catedral.
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